Ahora resulta... que Uber está planeando introducir taxis sin conductores. En unos años, a través de nuestros celulares podremos llamar un Uber, indicarle dónde recogernos y dónde queremos ir, y luego pagarle, todo sin tener que intercambiar una sola palabra con un ser humano. En tanto misántropa irreductible, a mí me parece una excelente idea.

No tener que platicar, ni dar indicaciones, ni protestar cuando el taxi toma rutas totalmente desconocidas para llevarnos a diez cuadras de distancia, ni detenerse en una tienda y comprar algo porque el chofer no tiene cambio, ni tener que darle una propina por aventar la maleta en el cofre como si fuera un perro muerto: todo ello representa un gran avance para la civilización occidental. Ya ni siquiera tendremos que vestirnos para visitar a nuestros seres cercanos: podremos ser depositados en pijama, sin preocuparnos por lo que vaya a pensar el taxista.

Sin embargo, no todo es color de rosa. Para muchos de nosotros, los taxistas son nuestra única fuente de información para ponernos al tanto de lo que está sucediendo en la ciudad, e incluso en el país. Como es bien sabido, los choferes de taxi siempre están enterados de todo, o bien porque platican con medio mundo, o porque tienen el radio prendido todo el santo día.

"Para muchos de nosotros, los taxistas son nuestra única

fuente de información para ponernos al tanto de lo que

está sucediendo en la ciudad, e incluso en el país"

En lo personal, gracias a ellos he aprendido muchísimas cosas que jamás hubiera sospechado. Yo no sabía, por ejemplo, que los terremotos son causados por las grandes potencias, a través de computadoras muy poderosas escondidas en ciertos puntos magnéticos del planeta, y que se comunican entre sí por satélite.

Tampoco había oído hablar del chamán en Oaxaca que cura el cáncer al examinar el hígado de un pollo sacrificado expresamente para cada enfermo. Ni me había enterado que los televisores están ya diseñados para espiar a la gente en su casa. Los taxistas que me contaron estas historias se mostraron muy sorprendidos de mi abismal ignorancia, siendo yo manifiestamente una persona educada.

No cabe duda que extrañaremos a estos grandes creadores de mitos urbanos. Mucho antes de que aparecieran las redes sociales, los taxistas ya se dedicaban a difundir versiones alternas de la realidad a la velocidad de la luz. Sin ellos, nunca nos hubiéramos enterado de quién asesinó a Kennedy, ni de quiénes construyeron en realidad las pirámides de Teotihuacán, sin hablar de las de Egipto.

Por otra parte, no podemos sentir más que lástima por los pobres turistas en el mundo entero, que dependen de los taxistas para averiguar dónde están, dónde pueden comer rico y barato, y quién vive en el Palacio Presidencial. Tampoco podrán enterarse de los usos y costumbres de los nativos, ni de lo que está pasando en la selección nacional de futbol, ni sabrán que va a llover a las seis de la tarde. Adiós, pues, a ese inefable gremio internacional de guías turísticos.

"Mucho antes de que aparecieran las redes sociales,

los taxistas ya se dedicaban a difundir versiones

alternas de la realidad a la velocidad de la luz"

En realidad, este imprescindible papel de los taxistas ha ido desapareciendo poco a poco en los últimos años, en muchas ciudades norteamericanas y europeas. Resulta que muchos taxistas ya no son de ahí, no tienen idea de dónde están ni cómo llegar a ningún lado sin el gps, y ni siquiera hablan el idioma del país. O sea, ya no son auténticos taxistas y por tanto se han vuelto, en efecto, superfluos.

La perspectiva de taxis sin conductor tiene otras implicaciones. Muchísima gente toma taxis para no tener que manejar ni padecer el estrés de los embotellamientos, sino relajarse y pensar en otra cosa. Puedo vaticinar que el resultado será exactamente el opuesto. Los pasajeros se pasarán todo el trayecto muertos de miedo, sin poder quitar los ojos del coche de enfrente, rogándole al taxi que por favor vaya más despacio, que tenga cuidado con aquel ciclista, y que no vuelva a saltarse el alto. En el app de Uber aparecerá una leyenda, similar a la de la montaña rusa, advirtiéndonos que el servicio no debe ser usado por personas con enfermedades cardiacas. De hecho, en las etapas iniciales del proyecto, siempre habrá un conductor en el coche por si pasa algo, lo cual ciertamente será muy reconfortante.

A pesar de todos estos bemoles, no se pueden negar las bondades del taxi sin chofer. A la larga, presentará los mismos beneficios que las cajas de supermercado sin cajeros, los bancos y las tiendas sin personal, los trenes sin conductor, las explotaciones agrícolas sin campesinos, los peajes y estacionamientos sin nadie, y por supuesto lo que sigue, que será los aviones sin piloto. Debemos congratularnos de estos grandes avances en la automatización y la productividad, que nos dejarán a todos sin nada que hacer salvo entrar datos en nuestros smartphones, y navegar la red para averiguar dónde estamos y dónde podemos ir a comer rico y barato.

Publicado en The Huffington Post México

http://www.huffingtonpost.com.mx/marina-castaeda/marina-castaeda/uber-sin-conductores/?utm_hp_ref=mx-

Uber sin conductores

Marina Castaneda

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